miércoles, 8 de julio de 2009

El motivo de la Encarnación

El motivo de la Encarnación

En las obras de Anselmo de Canterbury (que murió en 1109) encontramos una afirmación clásica con respecto a la pregunta sobre por qué Jesucristo se hizo hombre. La obra teológica maestra que escribió Anselmo, Cur Deus Homo (que literalmente significa "¿Por qué Dios hombre?", y expresada en términos más coloquiales, "¿Por qué Dios se hizo hombre?") trata la cuestión de la Encarnación. La respuesta es una afirmación cuidadosamente pensada sobre la expiación.

Anselmo respondía que Dios se hizo hombre en Cristo porque sólo una persona que fuera Dios y hombre al mismo tiempo podía lograr nuestra salvación. Al aproximarnos a este tema desde la perspectiva de Anselmo, no queremos decir que no hayan otras razones para la Encarnación. Ya hemos señalado que nos revela el valor que Dios asigna a la vida humana. La creación declara que la vida es valiosa, pero que el pecado la ha desvalorizado. La Encarnación, en el centro de la historia del pecado humano, nos señala que Dios no nos ha abandonado sino que nos ama y nos estima aunque estamos en un estado caído. La Encarnación además hace dos cosas adicionales.

Nos muestra que Dios es capaz de entendernos y simpatizar con nosotros, lo que sirve de impulso para acercarnos a él en oración . La Encarnación, también, constituye un ejemplo sobre cómo debería vivir una persona en este mundo. Pedro habla incluso de la crucifixión en estos términos: "Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1 P. 2:21).

Pero la expiación es la causa real de la Encarnación. El autor de la epístola a los Hebreos afirma esto con claridad. "Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí" (He. 10:4-7). Y el autor luego agrega a continuación que cuando Jesús dice que ha venido a cumplir con la voluntad de Dios, esa voluntad debe ser entendida como proporcionando un mejor sacrificio. "En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre" (10:10).

Encontramos este mismo énfasis en otros lugares. En sus denotaciones el nombre Jesús ("Jehová salva") está apuntando hacia la expiación. "Llamarás su nombre JESUS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1:21). Jesús mismo hizo referencia a su próximo sufrimiento (Mr. 8:31, 9:31), ligando el éxito de su misión a la crucifixión: "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo" (Jn. 12:32). En varios otros lugares en el evangelio de Juan se habla de la crucifixión como la "hora" para la cual Cristo vino (Jn. 2:4; 7:30; 8:20; 12:23,27; 13:1; 17:1).

Además, la muerte de Jesús es también el tema del Antiguo Testamento, primero con respecto al significado cabal de los sacrificios (el significado es el centro de la ley) y luego con respecto a las profecías, que cada vez más ponían su mira sobre la promesa de un redentor venidero. En el capítulo 53 de Isaías, y en otros textos del Antiguo Testamento, se nos habla del sufrimiento del libertador que había de venir. En Gálatas, el apóstol Pablo nos enseña que incluso Abraham, que vivió antes de la ley y los profetas, fue salvo por la fe en Jesús (Gá. 3:8,16). Jesús le enseñó a los
discípulos apesadumbrados que iban camino a Emaús que el Antiguo Testamento predecía su muerte y su resurrección. "Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, le declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían" (Lc. 24:25-27). A la luz de estos textos y de muchos otros, se hace necesario decir que la expiación de Cristo constituye la razón de la Encarnación. Es la explicación de su naturaleza doble y el punto focal del mundo y de la historia bíblica.

Fuente: http://www.iglesiareformada.com/Boice2.11.pdf

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