domingo, 4 de octubre de 2009

Acusaciones Falsas en Contra de los Creacionistas

por Wayne Jackson, M.A.

INTRODUCCIÓN

Cuando alguien se encuentra con una posición ideológica con la cual no está de acuerdo, hay muchas reacciones posibles. Uno puede reflexionar honestamente sobre la nueva idea, investigarla cuidadosamente, y darle consideración justa. Esto ciertamente sería lo noble que debería ser hecho. O, si el concepto le pone incomodo, podría simplemente ignorarlo, esperando que este se “marche.” Por otra parte, a consecuencia de su intensa parcialidad filosófica, uno puede rechazarlo inmediatamente con un sentimiento de venganza. En tal caso, es posible que uno pueda despreciar una enseñanza a tal punto que la ridiculice. Es decir, él la presentará en una manera absurda para que así, con ilusión, pueda disuadir a otros para que incluso no la consideren. Desafortunadamente, este último enfoque ha sido demostrado repetidamente en la controversia moderna creación/evolución. Los evolucionistas, y los religiosos que han sido influenciados considerablemente por estos, constantemente distorsionan el creacionismo bíblico en un esfuerzo por apoyar su propia causa confusa. En este folleto, me propongo destacar algunos de estos intentos espurios por desacreditar la enseñanza bíblica acerca de la doctrina de la creación.

Acusación: Los creacionistas creen que el mundo fue creado en el 4004 a.C.

Respuesta: John Lightfoot (1602-1675), prominente hebraísta de la Universidad de Cambridge, una vez sugirió que los eventos creativos de Génesis 1 ocurrieron en la semana del 18-24 de octubre del 4004 a.C., siendo Adán creado el 23 de octubre a las 9:00 de la mañana (Ramm, 1954, p. 174). Desde luego, no existe ningún apoyo para esta especulación. Sin embargo, este incidente ha sido resucitado repetidamente por los evolucionistas (tanto ateos como teístas) en un intento por desacreditar al creacionismo moderno. Simplemente, no existe validez para esta acusación o táctica.

Lo que los creacionistas sí sostienen es esto. Primero, que la Biblia claramente indica que tanto la Tierra y la familia humana llegaron a existir durante la misma semana. La Tierra, en su forma rudimentaria, fue creada en el primer día de la semana creativa (Génesis 1:1), y el hombre y la mujer fueron formados en el día sexto de la misma semana (Génesis 1:26 et.seq.). Segundo, que esa primera semana fue una semana literal de siete días normales. Esto es demostrado por una consideración a Éxodo 20:11 donde es aparente por el contexto que los “días” de la semana creativa fueron del mismo tipo que el día sabático, el cual a todo hebreo le fue requerido observar semanalmente. Tercero, existe información cronológica en las Escrituras que indica que la familia humana, desde Adán (el primer hombre, 1 Corintios 15:45), ha estado en existencia solamente por pocos miles de años—por supuesto que no por millones de años como los evolucionistas afirman. Aunque puede existir alguna elasticidad menor en el registro genealógico (cf. Génesis 11:12; Lucas 3:35,36), los intentos de acomodar las genealogías bíblicas a la antropología evolutiva resultan en una distorsión grave del texto. Como J. Barton Payne anotó, este concepto “deja a las listas bíblicas ilustrativamente detalladas sin sentido” (1975, 1:831).

Acusación: El concepto creacionista de una Tierra joven es el resultado de la teología milenialista.

Respuesta: Este argumento generalmente es empleado para intimidar a aquellos que rechazan la noción del premilenialismo (como debieran), sino que están inclinados a aceptar el registro de Génesis en valor nominal, por ende aceptando el hecho de que todos los géneros vivos fueron creados en la misma semana creativa. Un ejemplo de este truco es visto en la acusación siguiente. Refiriéndose al “creacionismo científico”, un escritor determinado alegó que “la base teológica de la mayoría” de esta clase de enseñanza es el resultado de “la asociación íntima con la tradición milenialista” (Clayton, 1993, p. 20; vid. Sears, 1983, p. 415, para la misma acusación). Desde luego, ninguna prueba es ofrecida para esta acusación infundada ya que no existe.

No existe ninguna conexión intrínseca entre la afirmación de que la creación completa fue llevada a cabo en seis días literales—una verdad presentada claramente en las Escrituras—y la especulación teológica (sin apoyo escritural) de que Cristo regresará a la Tierra y reinará por mil años sobre el trono de David en Jerusalén. Yo he lidiado más específicamente con este tema en otro tratado (vid. Jackson, 1985). Estamos complacidos de que el escritor agnóstico Ronald Numbers, en su libro, The Creationist (El Creacionista), señalara correctamente que los escritos de las oficinas de Apologetics Press no han sido asociados con algún tipo de suposición premilenial (1992, p. 315).

Acusación: Los creacionistas creen que Dios hizo específicamente cada especie individual de la flora y fauna.

Respuesta: Aunque algunos escritores en el pasado argumentaron por la fijeza de las especies, los eruditos creacionistas modernos no lo hacen. Aquellos que han estudiado ampliamente el texto bíblico, y quienes tienen confianza en su fiabilidad, simplemente afirman, de acuerdo con el lenguaje de la Escritura, que Dios creó todo organismo biológico “según su género” (Génesis 1:11 et.seq.). El término “genero” (hebreo, min) es empleado 31 veces en el Antiguo Testamento (diez veces en el primer capítulo de la Biblia). Esta es una palabra genérica que ciertamente tiene en cuenta las modificaciones biológicas considerables. Como observó el profesor W.H. Rusch: “No existe ninguna justificación para comparar esta ‘especie’ de Génesis con la especie del biólogo” (1959, p. 14).

En Levítico 11:16, Moisés se refirió a la “lechuza...según su especie”, aunque existen más de 250 especies conocidas de lechuzas. La familia original de perros probablemente incluía el potencial para producir más de 200 razas diferentes de perros domésticos, de dingos australianos, de coyotes, de lobos, de chacales, de zorros, y posiblemente incluso de hienas, aunque ahora estos animales son clasificados como especies diferentes. Walter Kaiser ha comentado:

Dios creó las formas básicas de vida llamadas min que a veces pueden ser clasificadas según los biólogos y zoólogos modernos como especie, a veces como género, a veces como familia u orden. Esto no da apoyo a la posición evolucionista clásica que requiere desarrollo a través del reino, fila, y clases (1980, 1:503-504).

Lo que los creacionistas declaran es esto: la Biblia no permite la noción de que todas las formas de vida biológica han descendido de un antepasado común (o incluso de algunas formas iniciales). Los invertebrados no producen vertebrados; los peces no evolucionan a reptiles; los reptiles no llegan a ser aves; las aves no se transforman en mamíferos, etc. Los creacionistas creen que tanto la Escritura como la ciencia apoyan la variación horizontal entre géneros básicos—no la evolución vertical. Existe una diferencia vasta entre las dos.

Acusación: Los creacionistas están en contra de la ciencia.

Respuesta: No existe ninguna verdad en esta acusación. El hecho es que los creacionistas reconocen que la ciencia lidia con los fenómenos presentes; esta disciplina, por la misma naturaleza de su metodología, es incapaz de determinar los eventos y procesos que ocurrieron miles de años atrás. El evolucionista Paul Weiss lo expresó de esta manera: “Toda ciencia comienza con la observación, el primer paso del método científico. A la vez, esto delimita el dominio científico; algo que no puede ser observado, no puede ser investigado por la ciencia” (1965, p. 40).

Es un hecho científico que el agua congela a 32º F. No es un hecho científico que la vida biológica fue “generada espontáneamente” algunos billones de años atrás. Tal noción es una especulación evolutiva. Robert Jastrow, agnóstico auto-declarado, ha abordado este mismo punto:

Quizá la aparición de vida sobre la Tierra es un milagro. Los científicos están poco dispuestos a aceptar esa posición, pero sus opciones son limitadas; o la vida fue creada en la Tierra por la voluntad de un ser fuera de la comprensión científica, o evolucionó sobre nuestro planeta espontáneamente a través de las reacciones químicas que ocurren en la materia no-viviente que yace sobre la superficie del planeta.

La primera teoría coloca el asunto del origen de la vida más allá del alcance de la investigación científica. Esta es una afirmación de fe en el poder de un Ser Supremo que no está sujeto a las leyes de la ciencia.

La segunda teoría también es un acto de fe. El acto de fe consiste en asumir que el punto de vista científico del origen de la vida es correcto, sin tener evidencia concreta para apoyar esta creencia (1977, p. 52).

Los creacionistas no rechazan los hechos (probados) genuinos de la ciencia. Lo que sí refutan son las teorías sin apoyo que han sido diseñadas para explicar esos hechos. Por ejemplo, es un hecho que existen semejanzas en las estructuras de los huesos de los animales y del hombre. Sin embargo, es especulación infundada el sugerir que esto indica que los humanos evolucionaron de los animales. Los creacionistas no se oponen a la ciencia verdadera.

Además, es digno de mencionar que muchas de las mentes más grandes de la historia científica han estado dedicadas firmemente a la idea de la creación sobrenatural. Los hombres como Newton, Pasteur, Kepler, Lister, Boyle, Pascal, y otros—nombres comunes en la ciencia—no fueron ateos; ellos creían que la ciencia y el concepto de la creación eran muy compatibles. Sugerir que la gente que cree en la creación está en “contra” de la ciencia es la peor forma de falsificación (vid. Jackson, 1993).

Acusación: Los creacionistas toman la Biblia literalmente.

Respuesta: Cuando se hace la acusación de que los “creacionistas toman la Biblia literalmente”, el objetivo es causar una mala impresión. Se implica sutilmente que la percepción “literal” del texto bíblico refleja un punto de vista anticuado e ignorante. El hecho es que tal acusación insinúa la inclinación de interpretar el registro de Génesis en una manera simbólica (mitológica). El motivo verdadero detrás de tal ambición es el acomodar el registro mosaico a la ideológica evolutiva de Darwin. Se necesita hacer dos observaciones concernientes a esta crítica.

Primero, no existen connotaciones negativas, en sí, asociadas con el literalismo. Cuando la Declaración de la Independencia [de los EE.UU.–LMC] afirma que “todos los hombres son creados iguales” y “dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables”, es una suposición valida de que la palabra “hombre” denota a los seres humanos y que los autores de este documento creyeron que existe un “Creador” literal. Es muy razonable entender esta referencia en una manera literal. De hecho, una regla básica de la interpretación de la literatura es esta: una afirmación debe ser vista como literal a menos que existan razones claras y convincentes para rechazar el concepto literal y asignar al lenguaje un sentido figurativo. No existen razones para entender la narración creativa como un tratado figurativo. Existe un conjunto sólido de evidencias que indica que un Dios literal creó literalmente el universo literal completo en seis días literales. Otra vez, insistimos que no existe nada, excepto la parcialidad anti-sobrenatural, que aboga por el simbolismo en Génesis 1.

Segundo, incluso los eventos literales e históricos pueden ser representados con terminología figurativa sin sacrificar la historicidad genuina. Cuando el Antiguo Testamento afirma que los Diez Mandamientos fueron escritos por el “dedo de Dios”, aunque entendemos que Jehová no es físico, y por eso fue empleado un antropomorfismo para describirle, todavía debemos concluir que Dios mismo dio el Decálogo en una manera milagrosa. Cuando Jesús predijo que Él tenía que beber de una “copa” amarga, reconocemos el simbolismo, aunque somos concientes de que el Salvador literalmente sería sometido a las punzadas amargas del Calvario. Entonces, la acusación del “literalismo” en contra de los creacionistas no tiene sentido.

Acusación: Los creacionistas intentan hacer de la Biblia un libro de texto científico.

Respuesta: Otra vez, la acusación es completamente falsa y, en realidad, es una sugerencia turbia el decir que las Escrituras no son fidedignas en asuntos científicos. En la lógica, existe una forma inválida de razonar conocida como la obversión falsa. Tal falacia ocurre cuando alguien intenta hacer una conclusión negativa de una afirmación positiva (o viceversa). Por ejemplo, un vendedor en Nueva Inglaterra tenía dificultad para vender huevos blancos, ya que la gente estaba acostumbrada a comprar huevos marrones. Entonces, él puso un anuncio en la ventana de su tienda que decía: “Nuestros huevos están garantizados a no volverse marrones”. Desde luego, los huevos blancos pueden ser puestos en refrigeración por seis meses sin volverse marrones. Aunque él quería hacer creer a la gente que los huevos marrones, los cuales ellos compraban, habían sido blancos y se volvieron marrones. Él cometió la falacia de la obversión falsa. Igualmente, cuando los críticos dicen, “La Biblia no es un libro de texto científico”, generalmente están sugiriendo que la misma está equivocada en cuanto a los hechos del campo científico. Ellos han cometido la misma falacia (vid. Dillow, 1981, p. 1).

Aunque ciertamente las Escrituras nunca fueron proyectadas a ser un “libro de texto” sobre biología, geología química, matemática, etc., no es el caso que contengan disparates en estas disciplinas. Por ejemplo, en su uso del lenguaje figurativo que es característico de la literatura apocalíptica, el libro de Apocalipsis sugiere que 12,000 personas fueron “selladas” en Dios de las doce diferentes tribus de Israel. El lector tiene el derecho de esperar que el número total de esta compañía simbólica sea 144,000—lo cual es el número exacto dado por el escritor inspirado (7:4). La Biblia no es un libro de texto de física, pero cuando dice que los procesos creativos fueron “acabados” (Génesis 2:1), y por ende implica que nada más es creado actualmente, estamos complacidos en saber que esto es precisamente lo que la Primera Ley de la Termodinámica sugiere. Y cuando las Escrituras afirman que “los cielos [el Universo—LMC] envejecerán”, podemos esperar que esto sea un hecho; y en efecto, la Segunda Ley de la Termodinámica lo afirma. El hecho de que los creacionistas sostengan que las Escrituras son fieles, aún cuando abordan asuntos incidentales de la ciencia, no significa que traten de hacer de la Biblia un libro de texto científico.

Acusación: Los creacionistas creen que los dinosaurios nunca existieron.

Respuesta: Una acusación hecha de vez en cuando en contra de los creacionistas, en un intento por hacerles lucir ridículos, es la aseveración de que esta gente sencilla cree que los dinosaurios nunca existieron en el pasado. Se alega que los creacionistas sostienen que Dios simplemente puso los huesos de dinosaurios en el estrato de la Tierra para que parezca que estas criaturas gigantes una vez vagaron en este planeta. ¿Puede esta acusación ser documentada de una única publicación distribuida por eruditos del difundido movimiento creacionista? No, no puede.

Aunque pueda ser verdad que alguna persona religiosa mal informada, que no sabe como tratar con los asuntos concernientes a los dinosaurios, propusiera esta opinión inculta, ciertamente ésta no representa a aquellos que están bien informados en cuanto a los asuntos bíblicos-científicos. Lo cierto es que los creacionistas han publicado un número considerable de materiales excelentes que tratan de los dinosaurios. En realidad, nosotros enseñamos un punto de vista más equilibrado y correcto del fenómeno dinosaurio que los evolucionistas.

Los creacionistas verdaderos—y me estoy refiriendo a aquellos que no se han rendido a los compromisos de la evolución teísta—no solamente sostienen que los dinosaurios vivieron sobre la Tierra antigua, sino también afirman que estos ejemplos maravillosos de la sabiduría y el poder de Dios fueron contemporáneos a los humanos antiguos y que es muy probable que existan alusiones a dinosaurios y a otros reptiles extintos en la Biblia. De hecho, el libro de Job (40:15 et.seq.) contiene referencias a tales criaturas (vid. Jackson, 1983, pp. 85-88; Bromling, 1993; Thompson, 1993).

En conclusión, nosotros afirmamos confiadamente que el caso creacionista es muy fuerte, y que no está debilitado por las falsificaciones de aquellos que no tienen confianza en las Escrituras.

REFERENCIAS

Bromling, Brad T. (1993), “Dinosaurs in the Bible?,” Reason & Revelation, 13:60, August.

Clayton, John N. (1993), “Book Reviews,” Does God Exist?, 20[2]:19-20, March/April.

Dillow, Joseph C. (1981), The Waters Above (Chicago, IL: Moody).

Jackson, Wayne (1983), The Book of Job (Abilene, TX: Quality Publishing).

Jackson, Wayne (1985), “Premillennialism and Biblical Creationism,” Reason & Revelation, 5:17-20, May.

Jackson, Wayne (1993), “Are Faith and Science Compatible?,” Christian Courier, 29:25-27, November.

Jastrow, Robert (1977), Until the Sun Dies (New York: Warn­er).

Kaiser, Walter C. (1980), “Kind,” Theological Wordbook of the Old Testament, ed. R.L. Harris, G.L. Archer, B.K. Waltke (Chicago, IL: Moody), 1:503-504.

Numbers, Ronald (1992), The Creationists (New York: Knopf).

Payne, J. Barton (1975), “Chronology of the Old Testament” Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, ed. Merrill C. Tenney (Grand Rapids, MI: Zondervan), 1:829-845.

Ramm, Bernard (1954), The Christian View of Science and Scripture (Grand Rapids, MI: Eerdmans).

Rusch, Wilbert H. (1959), “Darwinism, Science and the Bible,” Darwin, Evolution, and Creation, ed. Paul A. Zimmerman (St. Louis, MO: Concordia).

Sears, Jack Wood (1983), “How The Worlds Were Framed,” Studies in Hebrews, ed. Dub McClish (Denton, TX: Valid Publications).

Thompson, Bert (1993), “The Dinosaur Controversy,” Reason & Revelation, 13:57-59,61, August.

Weiss, Paul (1965), Elements of Biology (New York: McGraw-Hill).



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